La documentación de la época nos muestra las actividades desempeñadas por la población judía: prestamistas, inversiones en propiedades inmuebles, arriendo y reventa de viviendas, comercio de tejidos, etc. Las relaciones entre esta comunidad y el monasterio benedictino fueron claramente tolerantes, habida cuenta del interés y beneficio mutuo.
El monasterio conseguía de los judíos una fuente segura de ingresos, con unos gravámenes especiales sobre sus propiedades inmuebles. Los judíos por su parte es posible que se encargaran de cobrar las rentas y comercializar ciertos bienes del monasterio, como las salinas. En la citada calle Barruso se sitúa hoy la posible sinagoga, en un edificio con un saledizo muy próximo a la plaza del Ayuntamiento. Son varias las casas que conservan vestigios de este pasado en sus fachadas, por medio de varios arcos apuntados en sus puertas de ingreso.